A diario, se realizan y se suceden millones de llamadas a lo largo del mundo, de las cuales un gran número se pierden y se quedan sin respuesta. Perdidas como en la inmensidad del mar, con alguien llamando y nadie disponible para responder. Pero, ¿qué ocurre con aquel que debería contestar? ¿Qué ha sido de él? ¿Dónde está? A raíz de una premisa muy básica, un teléfono flotando a la deriva, Uno refleja con gran sencillez y mayor impacto la agonía del trayecto de aquellos inmigrantes y refugiados que se ven obligados a huir de su tierra, y también la de sus respectivos familiares, sin noticias de sus seres queridos.

Con guion de Belén Sánchez-Arévalo y dirección de Javier Marco, Uno está basado en la crisis de refugiados y en las más de 5000 muertes ocurridas en el Mar Mediterráneo durante el año 2016. La historia nos sitúa a bordo de un pequeño barco pesquero, en el momento en el que la tripulación decide rescatar un móvil que comienza a sonar mientras flota dentro de una bolsa de plástico en medio del mar. Con curiosidad y ante el temor infundado de que haya sido a causa de un naufragio, el patrón del barco, interpretado por Pedro Casablanc, contesta a la llamada, sin éxito, antes de dar aviso por si encontraran alguna embarcación siniestrada. Ante esta situación, el guion maniobra y zozobra con habilidad e inteligencia para que los acontecimientos subsiguientes nos hagan virar por un carrusel de emociones de tristeza, angustia e impotencia con los elementos mínimos: un teléfono, dos voces que tratan de entenderse entre barreras de idioma y la omnipresente presencia del mar Mediterráneo, otro personaje más del cortometraje, el más implacable e indomable de todos, que no entiende de realidades ni de ficciones.

Para potenciar esas sensaciones, se destacan los primeros planos y planos cercanos y enfocados en el patrón del barco, protagonista absoluto del corto y vehículo empático y transmisor de las emociones hasta la retina del espectador. Unas emociones, especialmente de impotencia, agobio y tristeza, que contrastan de manera intencionada con la imagen que se nos transmite, bañada por mucha iluminación, como corresponde al hecho de estar en alta mar a plena luz del día, y rodeada de ruidos de oleaje y murmullos y conversaciones entre pescadores, como indicativo de que la vida continúa sin reparar ni esperar a nadie. Así, el sonido y la edición del mismo adquieren una gran importancia para que se pueda comprender correctamente qué está pasando y el alcance y consecuencias de haber encontrado ese teléfono. Todo ello conforma una realidad tan dolorosa como implacable: el drama de quien busca una vida mejor, ese anónimo con solo un teléfono en su poder, ante los ojos de quienes, saliendo a faenar, tampoco han tenido una vida fácil y no tienen nada más a lo que agarrarse. La parte técnica se completa con una correcta recreación de la vida en un pesquero, de su vestuario y de la forma de faenar e interactuar.

Como ya se ha dado a entender, el corto se sustenta en la actuación de Pedro Casablanc, quien se echa a las espaldas la trama y la hace avanzar por humanos derroteros y conflictos morales. Realmente, se mete en la piel de un patrón de barco que habitualmente faena al sur de la Península, hasta el punto de modificar el acento para el papel y moverse como pez en el agua por la cubierta del navío, como si lo llevara haciendo toda la vida. Las conversaciones que sostiene por el móvil están perfectamente ejecutadas en cuanto a pausas, ritmo y entonación conforme el diálogo se va recrudeciendo, hasta un final ciertamente abrupto, cortante y que no tiene remedio. Esa mimetización ha obtenido por lo pronto su recompensa con una nominación como Mejor Actor en los presentes Premios Fugaz.

Con otros reconocimientos ya a sus espaldas y ganador del V Concurso de Proyectos de Cortometraje Amnistía Internacional-Abycine 2017, gracias a cuyo premio pudo rodarse, Uno no es una historia de personajes sin más. Es una historia de personas, de aquellas que no han tenido una vida fácil y que, cueste lo que cueste, tratarán de mejorar. Aunque la inmensidad del mar se interponga.