Ya desde sus primeros segundos, ‘Flotando’ nos introduce en una situación al límite: una cápsula en órbita a La Tierra, visiblemente dañada, y un único tripulante sin conocimiento. No hay lugar para la certeza -¿cómo se ha producido el colapso?- y todo lo que suceda será pura especulación. O no.

Frankie de Leonardis, marplatense afincado en Barcelona y con un largo currículum a sus espaldas en el mundo de los VFX y la realización publicitaria, debuta en la ficción con un tour-de-force técnico e interpretativo que, por fortuna, se está viendo recompensado en algunos de los más prestigiosos festivales nacionales e internacionales, especialmente de cine de género. No es casualidad: su odisea de supervivencia contrarreloj en la inmensidad del vacío espacial supera cualquier etiqueta de mero cliché y atrapa y sorprende al espectador en la forma, y en el fondo.

A nadie se le escapa que estamos ante una obra con unos efectos visuales de matrícula de honor que, junto al excelente trabajo de fotografía y sonido, consiguen “elevarnos” hasta hacernos flotar junto a los actores -quienes, por cierto, tuvieron que soportar duras sesiones entre cables y arneses-. Pero quizá el mayor acierto del corto sea su capacidad de sorprender con constantes e imprevisibles giros, en una trama de ocho minutos que pasa del cine de catástrofes a la tragedia, pasando por el terror, el suspense, la comedia negra y el thriller. Toda una montaña rusa que nos deja sin aliento.

Capítulo aparte merecen sus dos protagonistas, sumamente efectivos en dos personajes algo encorsetados: Daniel Horvath es el pobre cosmonauta accidentado que llega un punto en que ya casi no sabe ni quién es ni dónde está, y Secun de la Rosa nos regala un personaje tan cómico como inquietante. Ambos conforman una extraña pareja cuya química funciona a la perfección, y que ambos compartan plano debemos agradecérselo a la actriz Itziar Castro, aquí en funciones de directora de casting y productora asociada.

El cóctel final de ‘Flotando’ puede no ser del gusto de todos los espectadores, y bien es cierto que, tras un único visionado puede quedar la (errónea) sensación de trabajo superficial y vacuo. Quien tenga oportunidad de verla, que saboree con detalle cada plano, cada objeto, cada sonido, cada frase y cada gesto, y se dará cuenta de que estamos ante toda una obra de artesanía e ingeniería cinematográfica.