Roberto Perez Toledo, director de Los gritones

Roberto Perez Toledo, director de Los gritones

Roberto Pérez Toledo (Lanzarote, 1978) es licenciado en Comunicación Audiovisual y director y guionista de más de una treintena de cortometrajes que han recorrido festivales de los cinco continentes. Muchos de ellos también acumulan cientos de miles (o millones) de visionados en Internet. En 2012 estrenó su primer largometraje, “Seis puntos sobre Emma”, y en 2017 estrenó su último trabajo, “Como la espuma”. Por su aportación al cine que visibiliza con talento y sensibilidad la diversidad sexual ha recibido recientemente el Premio Honorífico del Lesgaicinemad. Actualmente, prepara su nuevo largometraje.

¿Qué se va a encontrar toda aquella persona que aún no haya disfrutado del cortometraje?

Una experiencia (una muy corta) que espero que le haga sentir identificado de un modo u otro. Creo que el secreto de la fructífera trayectoria del corto ha sido que trata una idea con la que todo el mundo conecta (y lo he comprobado con espectadores de los cinco continentes y de todas las edades), porque todos hemos estado ahí: en ese momento patético en el que confiesas un sentimiento que no es correspondido y eso te vuelve vulnerable y deseas que te coma la tierra. Y hemos estado en ese lado, en el del personaje de Fran, pero, en otras ocasiones, también en el de Ruth, por eso creo que el minuto que dura el corto es un espejo potente en el que mirarnos y sentir empatía, incomodidad y risa nerviosa al mismo tiempo.

¿Qué dirías que fue lo más difícil de su creación?

Creo que ningún otro trabajo me resultado tan fácil en realidad. La localización es un mirador que hay en el parque Tierno Galván, cerca de mi casa, y solía pasar por ahí y veía un buen lugar para grabar algo. Pensé en qué podían hacer unos personajes allí y se me ocurrió que gritaran. Luego vino el resto de la idea y le di forma. Elegí a los actores, Ruth y Fran, les mandé el guion de un folio, lo entendieron rápido y les hizo gracia y lo ensayamos antes de grabarlo, asegurándome de que tuvieran claro el ritmo necesario, la cadencia, los silencios, las miradas… Ellos lo hicieron genial.

Lo hicimos un domingo de enero de 2010, en poco más de una hora y solo con una amiga operadora, Indi Costa, y su cámara (era una Sony Z1 con micro incorporado). Mi amigo Borja Terán también estaba como apoyo moral, pero no había más equipo, ni técnico ni humano.  

A los dos días terminaba el plazo del Notodofilmfest de ese año y lo presenté sin mayor aspiración. Allí acabó siendo uno de los cortos más vistos y ganó el Premio Especial del Jurado. Satisfacción ya total con eso, pero es que enseguida me contactó Edu Escribano de Mailuki Films, ofreciéndome distribuir el corto. Yo era escéptico, creía que el corto era demasiado corto para competir en la liga de festivales, pero empezaron a seleccionarlo y premiarlo, ganando a cortos con presupuesto y megaproducidos…

Fotograma de Los gritones

Fotograma de Los gritones

¿Nos puedes contar alguna anécdota del rodaje, de su producción de su recorrido…?

Muchas. El rodaje fue muy fácil, como os contaba antes, pero sí que había un tipo, debajo del mirador, que se dedicaba a responder a gritos a los actores cuando estos gritaban. Fue imposible que se callara y, si os fijáis, en el corto se le oye en realidad.

Luego en su trayectoria le ha pasado y sigue pasando de todo. Ya desde el principio, fue una carta de presentación genial. Lo vio mucha gente de la industria y tenía feedback de gente muy guay. 

Hubo un spot que lo plagió hace unos años (https://www.youtube.com/watch?v=QpCUlTRVtKE). En YouTube hay tropecientos remakes porque lo ponen como ejemplo y deberes de realización en facultades y escuelas de cine pero les piden finales distintos y los hay muy delirantes. ¿Qué más? Una marca de ropa brasileña hizo un remake también (esta vez sí fue legal: https://www.youtube.com/watch?v=LczizUE29k0). Lo han incluido en varios manuales para aprender español… Y en el libro “El cortometraje español (2000-2015). Ejemplos y tendencias” le dedican un capítulo entero. 

Para mí fue muy loco ser invitado en un instituto del Bronx, en Nueva York, para charlar sobre el corto ante un aula de adolescentes americanos que se lo sabían de memoria… O que hace un par de años, estando de jurado en Bogotá, se me acercara Fernando Castets, a quien admiro un montó por guiones como “El hijo de la novia”, para decirme que pone “Los gritones” todo el tiempo en sus clases. 

Aún me lo siguen pidiendo en festivales y este verano un cantautor argentino, Toby Deltin, incluyó parte del audio al principio de una canción. Me sigue sorprendiendo. 

 

No es que queramos hablar de dinero pero… ¿se puede saber cuál fue su presupuesto?

Mira esta foto de making y dime cuánto crees que pudo costar ☺

Imagen del rodaje de Los gritones

Imagen del rodaje de Los gritones



¿En qué has cambiado tú personalmente, como creador, del momento del corto al actual?

No sé si mucho o poco… Sigo siendo un tipo intentando hacer cine, corto o largo, como puede o como le dejan. Sí que “Los gritones” fue un punto de inflexión importante para darme más cuenta aún de que, cuando eres un cineasta al que no le llueven los grandes presupuestos, lo más importante son las ideas. Currarme ideas intentando que sean lo más atractivas posibles sin que esto suponga que sean caras de producir. No sueño con grúas y efectos especiales. Lo que más me interesa son las historias de personas y vínculos y trabajar con actores que me inspiren, y en esa carrera sigo.

¿Te seguiremos viendo por proyectos ligados al formato corto?

Sí, claro. No he parado. Este año he hecho siete durante el confinamiento, otro en verano, ruedo uno el martes que viene… Hago muchos directamente para la red, aunque sean muy pequeñitos de producción, porque he creado una comunidad enorme en YouTube y Facebook y me interesa mucho el feedback inmediato que obtengo en la red. Y claro que seguiré haciendo.

Recuerdo que tras hacer mi primer largo, “Seis puntos sorbe Emma”, y mientras llegaba o no el segundo, enseguida me puse a hacer nuevos cortos de nuevo. Para mí era algo totalmente natural, pero varias personas me preguntaron que por qué volvía a hacer cortos, que ya solo debía hacer largos, como si hacer cortos fuera ir hacia atrás. Esa percepción de los cortos como «cine menor», o como algo que solo haces para conseguir hacer largos, me parece dañina y estigmatizante.

Todo debería ser más natural, que los cortos accedan a las plataformas como lo que son: historias con entidad propia que te puedas encontrar perfectamente en una interfaz entre largometrajes. Y que hoy te veas “El irlandés” y mañana un corto de 15 minutos porque es lo que te apetece. Igual que hay series con capítulos que duran una hora y veinte y otras con capítulos de 15-20 minutos. Y no las llamamos “series” y “seriecitas”. 

Deberíamos hablar simplemente de historias, sea cual sea su duración.

Cartel de "Los gritones!

Cartel de «Los gritones!

Un libro para tener en la mesita de noche

“Una casa en el fin del mundo”, de Michael Cunningham. ¡Y “Mientras escribo” de Stephen King!

Una película que te inspiró para hacer películas

Podría decir muchas que me encantan, ochenteras, “E.T.” y toda la filmografía de Spielberg como director y productor. Ahí nació mi fascinación por el cine, pero creo que cuando pensé “yo quiero hacer historias así” fue cuando descubrí a John Hughes (“El club de los cinco”) entre ese cine ochentero. Y después el cine europeo o independiente americano rebuscando en Canal Plus. Recuerdo una peli que me dejó muy tocado de pequeño sin que la entendiera mucho, “El lenguaje perdido de las grúas”, y también “Los amantes del Pont-Neuf”. Luego algunas de Hal Hartley como “Flirt”, o “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” de Soderbergh, “Antes del amanecer”, “Beautiful thing”… 

Recomienda una serie para ver en una plataforma de streaming

Soy mal espectador de series, tengo que confesarlo. Hay tantas que ver ahora, que al final no veo ninguna. Si son cortas, voy mejor predispuesto. Las dos temporadas de “Fleabag” me han flipado.

Y por último, dinos cuál es uno de tus cortos favoritos

Buf, muchos. Pero uno de no hace mucho que me encantó: “Silencio, por favor”, de Carlos Villafaina. Un relato muy certero sobre la discapacidad.

 

 

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