Enfrentarse a la producción de un audiovisual, sea corto, largo, o de cualquier otro formato, es siempre una aventura no apta para personas carentes de persistencia. Por eso la historia de Enrique Ros, joven estudiante de periodismo que se quedó ciego a causa del tratamiento de un cáncer que ya superó, nos parece relevante en estos términos. Con ayuda de sus padres, amigos y profesores sacó adelante su cortometraje Día a día.

enrique ros

En el centro de la imagen, Enrique haciendo un cameo en su propio corto, Día a día

Amante de las artes escénicas y el periodismo

Escribir el guión de un largometraje sin tener experiencia previa relevante en el cine ya es de por sí algo destacable. Si además la persona que lo dirige es invidente, es que estamos ante una historia de superación. A Enrique le atrae el teatro y nos cuenta que le hubiera gustado estudiar Arte dramático, pero también toca el piano, participó en el programa Got Talent y compuso buena parte de la banda sonora de Día a día.

enrique ros piano paola

Paola, amiga de Enrique, interpretó el tema Keep On Dreaming

Otra de sus pasiones es el periodismo, profesión que estudia, inspirada por la experiencia de una entrevista que le hizo Carles Francino para la Cadena SER y por Nuria del Saz, primera presentadora de televisión invidente y que colabora con varios medios.

Al principio, Día a día era un largometraje

Enrique empezó a escribir el guion de Día a Día en primero de la ESO: esbozaba las tramas que se le iban ocurriendo «cuando faltaba algún profesor». En ocasiones, dedicaba algunos minutos de los ejercicios de clase a redactar porque «aprovecharía más el tiempo empleando ese rato en escribir el guion de mi propio corto».


Cortometraje Día a día, completo

Al sacar tiempo de aquí y de allá, la labor se alargó un poco y terminó de escribirlo cuatro años después, un proyecto que terminó siendo «un largometraje que ocupó una media de setenta páginas». Sus amigos le dijeron que el guion era demasiado ambicioso y le recomendaron abreviarlo, así que le tocó hacer lo que apena a muchos directores: recortar.

«No es fácil decidir qué partes de la historia quiero suprimir para que sea más reducido y que al mismo tiempo no afecten al argumento de la historia principal», asegura Enrique, que pasó toda una Semana Santa haciendo pequeños cambios para que la historia tuviera sentido después de la reducción.


¡Síguenos en nuestras redes!


Una pulida construcción de personajes

Si bien es cierto que Día a día es un proyecto claramente amateur, hay una faceta del guión en la que brilla especialmente: la construcción de los personajes. Sus comentarios, sus actitudes, han sido trabajados de manera muy concisa y sus reacciones al discurso de la trama son muy creíbles dentro de la comicidad.

De hecho, Enrique es fan de series como La que se avecina o Aquí no hay quien viva, cuyos guiones se basan, precisamente, en una construcción sólida de sus personajes. Creó los de Día a día basándose en «personalidades que te puedes encontrar dentro de un instituto o incluso en una familia, pero siempre llevándolos al mundo de la caricatura y de la representación de una sociedad desde la comedia y la intriga».

enrique ros personajes

Los personajes de Día a día están muy bien perfilados

Así, en el corto aparece «el perfil de una persona un tanto pija, un perfil más heavy, el comportamiento de una persona que lo ve todo de color de rosa frente a otra de carácter muy pesimista, o por qué no, la discriminación y el enfrentamiento que existe a lo largo de todo el argumento entre la madre de los protagonistas -una mujer conservadora, tradicional y desbordada por la situación en casa- y el chico por ser homosexual».

Precisamente, este último personaje acabó siendo homosexual porque el actor también lo era, característica que da mucho juego a lo largo de todo el cortometraje.

Confiar en el equipo es clave

Elegir a los miembros de un equipo depende de varios factores. La profesionalidad es importante, pero también lo es la afinidad o la similitud de pensamiento. Enrique nos cuenta que está muy agradecido porque todos sus amigos se involucraron en el proyecto de forma muy respetuosa y que las horas de rodaje fueron muy amenas.

enrique ros raquel torres

Raquel Torres, profesora de teatro de Enrique, hace una interpretación destacada en Día a día

El trabajo de una de las actrices de Día a día destaca especialmente: «Pude contar en mi corto con una gran profesional del teatro, Raquel Torres Vidal, que interpretó a Sole, la madre de Mario y Nerea. Raquel había sido durante varios años mi profesora en la Escuela Municipal de Teatro de Cartagena», agradece Enrique.

Por otro lado, sus padres y su hermano se convirtieron en productores: «Nunca habíamos hecho nada relacionado con el cine, pero Enrique siempre tiene proyectos entre manos y sobre todo muchísima ilusión por realizarlos», nos cuentan. También el director de su instituto se involucró: «me permitió anunciar el rodaje con carteles por el instituto buscando a personas que estuviesen interesadas en el cine. Y, de hecho, gracias a esos carteles conseguí a una de las protagonistas», relata Enrique.

Buena parte de la banda sonora de Día a día también es original

Enrique Ros nos cuenta que toca el piano y que, desde hace algunos años, también compone canciones. «La banda sonora del corto -titulada Keep On Dreaming– la compuse yo y la pude hacer en versión de estudio gracias a un productor que se dedica profesionalmente a la música y que se ofreció para ayudarme, y gracias a una amiga que quiso participar cantando mi canción».


📧¡Suscríbete a nuestra Newsletter!📧


Cuando compone, suele inspirarse en sensaciones o experiencias. «Aunque en otras ocasiones todo comienza cuando me viene una armonía a la cabeza e intento pasarla con mi piano a la realidad para que otras personas también la puedan escuchar». Entre sus artistas favoritos están Mika, Bruno Mars, Maldita Nerea y Estopa, aunque escucha diferentes estilos y de épocas distintas.

El mérito del entusiasmo

La actitud de Enrique destaca porque su ilusión le hace superar todos los obstáculos: «Ya quisiéramos muchos hacer tantas cosas como hace él y sobre todo en la forma en que las hace», nos cuentan sus padres. «Nosotros tendemos a ponerle inconvenientes o dificultades a muchas de sus propuestas y él no suele verlas… al final casi siempre tenemos que darle la razón».

Ese entusiasmo, esa persistencia y esa manera de contagiar a los demás es la conducta con la que deberíamos inspirarnos en los momentos más duros de un proyecto. Ahí donde vemos inconvenientes, otras personas con otro tipo de obstáculos ven oportunidades. Y es en esos casos, cuando un problema parece no tener solución, en los que debemos recordar la actitud auténtica de personas como Enrique.