Aldous Huxley escribió en 1932 Un mundo feliz, una obra culmen en su literatura y que con el paso del tiempo es, junto con 1984 de Orson Welles, la referencia a la hora de examinar hacia qué tipo de sociedad estamos yendo. Frente a la vigilancia opresiva de Welles, Huxley reflejaba una forma de vida más parecida a la actual, de hecho, en el que el ser humano se aísla de problemas psicológicamente y en el que de manera colectiva solo se busca la uniformidad, el orden mediante estratos sociales, el entretenimiento mediante drogas e inhibición sexual y la ausencia de cultura, arte o diversidad que pueda generar preguntas incómodas. De esto último parece beber la representación hecha en el corto que paso a comentar: Ipdentical, dirigido por Marco Huertas y protagonizado por Manuela Vellés, en el que la homogeneidad termina por ahogar la alegría de vivir.
Antes de nada, es importante para lo que se comentará posteriormente decir que esta obra ha sido producida de la mano y por iniciativa de la EUIPO, la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea, lo que explica su mensaje y sentido final. Con una estética totalmente aséptica, uniforme y neutra, el cortometraje nos presenta a una joven trabajadora en la piel de Manuela Vellés, quien, con el mismo traje que se intuye llevan sus compañeros de trabajo y el resto de habitantes de este universo, hace su rutina diaria y aburrida en una oficina, con una interpretación por otro lado parca en gestos pero sensible y natural en la forma de transmitir el hastío y aburrimiento diario que cualquiera de nosotros podría sentir en una situación vital así, de la que se observa cómo trata de escapar aunque sea para volver después, tras beber agua del oasis del desierto cultural en el que vive, dentro de una sociedad distópica en la que las fuentes de entretenimiento son todas exactamente iguales.
Ese detalle se refleja de manera eficaz mostrando que todas las canciones se titulan The song o todas las películas, The movie. De manera contrapuesta, merced a un diseño de producción y artístico sencillamente magistral por lo ilustrativo que supone en la puesta en escena, como ya se ha avanzado con el detalle de canciones y films, entre otros, el director Marco Huertas orquesta y conecta con acierto narrativo dos escenarios bien diferenciados, para potenciar el mensaje de la EUIPO con fuerza por el contraste visual, artístico e interpretativo. Una moraleja final que nos acerca aún más al mundo feliz, en el fondo infeliz, de Huxley: sin propiedad intelectual no puede haber creatividad ni diversidad ni cultura. En condiciones como esta, ni siquiera los deseos de cambiar o de redescubrir el arte pueden durar durante mucho tiempo.
Por un lado, tenemos el mundo infeliz, lleno de personajes secos, fríos e impersonales, que no muestran sentimientos. Un universo del que la chica quiere tratar de huir esporádicamente de alguna forma, con una fotografía gris, totalmente urbana y artificial, con colores y tonos azules, pasteles, tranquilos, prácticamente sin brillo ni iluminación, que no incitan a nada, rodado además con planos generales sin mucho movimiento y con un vestuario, maquillajes y peluquerías fríos, ejecutivos, para reflejar en su máxima expresión la seriedad, formalidad y a la vez la ingenuidad de una sociedad en la que todo es igual, por lo que no existen preocupaciones derivadas de diversidad, culturalidad o variedad de opiniones, de manera muy cercana a la obra de Huxley y en la que todo parece resumirse en vivir para trabajar sin una auténtica desconexión.
Por otro lado, el pasado mejor, formado por los recuerdos que ella alberga de su infancia junto al que se entiende que era su padre, en el que el ambiente y la fotografía tenían tonos más alegres por los colores cálidos, rojos y amarillos en especial, que inundan la habitación donde ambos jugaban y se mostraban felices. Es este por tanto un mundo más cerrado, privado y personal, en el que la música que inunda la estancia es diferente, bailable y no parece salir de un tono de llamada, una canción ya olvidada y perdida y que ella ahora trata de encontrar en cualquier sitio, si es que aún existe. Además, en estas escenas con aire onírico se usan planos en movimiento, dinámicos, que reflejan vida, más cerrados y enfocados en los personajes dentro del encuadre. El maquillaje y vestuario representan y ayudan a conformar de este modo a unas personas normales, contentas, que disfrutan los momentos en familia.
En el sentido de todo lo dicho, la parte técnica es una muy sólida base que lleva en volandas a la narración de historia, unos mimbres que en los presentes Premios Fugaz ya han granjeado a Ipdentical nominaciones en las categorías de Dirección de producción, de fotografía, de arte, Efectos visuales, Vestuario y Maquillaje y peluquería. Sin duda, sería una muy buena vencedora, ya que estamos, en definitiva, ante un ejercicio sublime de estilo a la hora de crear mundos enfrentados y de contraponer unas sensaciones frente a otras. Si lo veis, tenéis que tenerlo claro. Sin creatividad ni diversidad, no tendríamos auténtica vida ni un mundo feliz.