Consulta aquí la entrevista con Santiago Requejo, director de «Votamos».
Existe una amplia y variada muestra de películas, tanto antiguas como modernas, que muestran la fuerza y el sin sentido de la masa social, de cómo las personas como individuos se ven arrastradas por lo que piensa la mayoría, unas veces de manera más pacífica y otras de forma violenta e injusta.
El sistema democrático, con tantas imperfecciones siendo el menos malo de los sistemas, es reflejo de los prejuicios que tanto como individuos como de manera colectiva arrastran las personas de una sociedad. Si minimizamos ese ambiente y lo reducimos a la expresión de una reunión de vecinos de esas que popularizó Aquí no hay quien viva, tenemos una situación injusta y de impotencia en la que muchos se pueden ver reflejados en esos espejos en los que nadie quiere mirarse. Votamos resume perfectamente los prejuicios que nadie quiere admitir pero en los que se incurre conscientemente y justificándose en el grupo.
Nominado al Goya a Mejor cortometraje de ficción el pasado año 2021, Votamos, tercer cortometraje de Santiago Requejo, guionista y director, tras Noche de paz (2018) y @buelos (2019), muestra en un revelador plano secuencia de 12 minutos, que muestra mucho más de lo que inicialmente se dice una vez se van cayendo las caretas, cómo ni siquiera las relaciones personales entre vecinos y el conocerse de casi toda la vida bastan cuando aparecen las ideas preconcebidas y los prejuicios, que siempre se justifican o se intentan justificar para que nadie quede mal visto, con argumentos que todos hemos escuchado decir a nuestro vecino o a nuestro cuñado en Navidad.
Una realización sencilla pero directa, nominada a la Mejor Dirección en estos premios junto con un guion, también candidato, muy inteligente, empático y realista del comportamiento humano frente al tabú más de moda y que aún nadie trata de solucionar de manera eficaz: la salud mental. En definitiva, se trata de un texto reflexivo y que invita a ello, que va girando eficazmente conforme la situación pasa de una votación de junta de vecinos ordinaria a una incomodidad latente que no entiende de pasados, conveniencias ni de tratar de quedar bien unos con otros.
Como partes implicadas, tenemos al grueso de vecinos, esa masa social en la que unos lideran, otros se dejan arrastrar ante la indiferencia y los últimos siguen a la masa convencidos, mientras el que parece la voz de la razón y la objetividad acaba dejando su neutralidad para tratar de contentar a todo el mundo y no tener problemas, lo que acaba por definición en el peor de los bandos. Un personaje arquetípico y representativo de la indiferencia actual ante la marginación de muchas personas que está fantásticamente encarnado por el televisivo, en el buen sentido, Raúl Fernández (El internado, Con el culo al aire), también nominado como Mejor Actor en estos premios Fugaz por una actuación con la que cualquiera que haya estado en una situación incómoda puede identificarse, especialmente cuando hay presión social de por medio. Finalmente, mención especial para Neus Sanz (Los hombres de Paco) que hace una interpretación genial de la última e inesperada parte en discordia en la que nadie ha reparado y a la que ya nadie mira con los mismos ojos a pesar de ser la misma persona de siempre.
Un cortometraje crítico de los que siempre hacen falta, de los que merece la pena reivindicar y conocer y que ojalá abra más mentes que puertas se le han cerrado a personas que no tienen culpa de nada. Desde aquí, un recuerdo y una reivindicación a una salud mental que debería ser cuestión de Estado.
Por Joseja Martínez